miércoles, 2 de abril de 2008

El erotismo de los cuentos de Azul... de Rubén Darío como propuesta vital

Juan Pablo Patiño Káram
Universidad Iberoamericana Puebla
juanpablopk@yahoo.com.mx



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Gozad la carne, ese bien que nos hechiza
Y después se tornará en ceniza
Rubén Darío

¡Amar, reír! La vida es corta.
Gozar de abril es lo que importa
En el primer loco delirio.
Rubén Darío

Rubén Darío presenta en los cuentos de Azul...[1] una propuesta vital donde una escritura erótica y festiva degrada las formas establecidas. El juego que plantea en la sensualidad -instrumento de desvanecimiento irónico del ser, la palabra, la imagen, la identidad- establece una dinámica de celebración que a su vez es una afirmación vivencial.

El erotismo es una expresión estética de la sexualidad. Trasciende la naturaleza reproductora de ésta para afirmar la independencia del goce y con ello una exhuberancia de vida. El erotismo se plantea fundamentalmente como “aprobación de la vida hasta en la muerte”[2] que no puede ser tomando en cuenta sino está considerado desde la perspectiva vivencial del hombre “como una experiencia vinculada a la vida; no como objeto de una ciencia, sino como objeto de la pasión o, más profundamente como objeto de una contemplación poética” [3]

El ser es presentado, las más de las veces, como fuera de la pasión, de manera objetivada. En ese sentido, como afirma Bataille, el ser está pretendidamente conformado primitivamente como discontinuo, como delimitado del mundo por su propia identidad. El erotismo se plantea como agente dinámico que trasciende al ser, quien se desdobla bordeando sus propios límites y penetrando a la continuidad. El hombre se pierde en la fusión deviniendo a través de un acto fundamentalmente violento. Es un deseo de comunicación que abre los cuerpos de su estructura cerrada. Es principio de destrucción para los participantes del juego de la carne que los coloca en el umbral de sí mismos. Es el “terreno del erotismo [...] esencialmente el terreno de la violencia, de la violación”[4]. Conduce al arrancamiento del ser respecto a esa discontinuidad.

En el erotismo el deseo angustioso de una perennidad en el placer se vuelve a sí mismo para eternizarse. Es una obsesión de penetración. Degradación que apunta en el último grado a una dimensión sacra. La continuidad absoluta es primigeniamente hierática. En ese devenir los seres se funden y se pierden momentáneamente bordeando la eternidad de la completa dialogización de los cuerpos. Una anulación de los límites de la identidad (paralela a la muerte) acontece provocando una emancipación temporal que sugiere un “más allá de lo real inmediato” [5]. Es el erotismo una violación del ser que confina con el acto de la muerte, que culmina en desfallecimiento y en el extravío de la discontinuidad.

El deseo es entonces una “sensualidad aberrante” [6] que proclama una independencia del goce en ese sentir del vértigo del abismo que provoca la continuidad. El hombre en la penetración de la alteridad supera la angustia que le provoca. Por ello el erotismo es simétrico a la muerte y en su juego de disolución acaece “una fascinación fundamental” [7] por ella.



La desnudez como manifestación explicita de las formas es el estado decisivo de la fusión. Los cuerpos se abren bajo esa trasgresión instaurando un sentimiento de obscenidad cuya naturaleza perturba su estado cerrado. El ser desposeído de sí mismo se derrama en otro. Ello implica una disolución de las formas constituidas que incluye no sólo la materialidad sino la dimensión psicológica y social que nos constituye.

La pretensión erótica es entonces aleatoria. No hay formas definidas que lo conformen lo que le proporciona un proceso de liberación. Desafía lo establecido para afirmar la vida embriagada de placer. El erotismo es una expresión de una dimensión interior que reforma la sexualidad. Es una manifestación en donde voluntariamente el hombre se trasciende a sí mismo en el otro, donde su identidad se pierde. Las formas establecidas, que se defienden por medio de la prohibición, son transgredidas. Pero esa trasgresión implica necesariamente la existencia de esa prohibición. El deseo entonces infringe a su contrario implicándolo. Ambivalencia que emancipa.

De esta manera “en muchos sentidos el erotismo es, como ruptura consciente de la ley, un limite de las palabras, ahí donde la trasgresión encuentra su espacio para hablar y ser hablada” [8]. La palabra en ese umbral se adecua con la sensualidad y adquiere sus características: ausencia de distinción de las formas, confusión, ambivalencia y ambigüedad de los objetos que conduce a la eternidad. El erotismo es sexualidad trasfigurada, expresada ambiguamente diferente, es pues metáfora. La poseía “está hecha de palabras enlazadas que despiden reflejos [...] nos revela otro mundo dentro de este mundo, el mundo otro que es este mundo [...] su realidad real [...] se dispersa en una cascada de sensaciones que, a su vez se disipan” [9]. El erotismo es una búsqueda de la independencia del goce que acontece guiado por la imaginación y la creación en los cuales acontece un desdoblamiento que apunta a una fusión con lo otro: la discontinuidad deviene continuidad en el placer. La poesía es “placer [que] es un fin en sí mismo [...] el poema no aspira ya a decir sino a ser” [10]. El encuentro erótico comienza con la visión del cuerpo deseado, cuerpo que es una presencia: “materia concreta [...] que, no obstante, es ilimitada”. No existe entonces una diferencia real entre la poesía y el erotismo.



El erotismo del que aquí hablo es deliberadamente festivo y con ello antisolemne. Siendo la prohibición algo admitido, incluso prescrito, todas sus posibilidades son susceptibles de ser infringidas. En el deslizamiento del ser la subversión obtiene sentido. Lo sagrado, que es lo pretendidamente establecido por antonomasia, se convierte en objeto de ilimitadas transgresiones.

Por excelencia “el tiempo sagrado es la fiesta” [11]. En el proceso liberador que plantea las subversiones acaece exasperando el deseo. Se exalta la sexualidad, “los impulsos tumultuosos [se] liberan en la fiesta” [12] que es regida por la violencia. La celebración apunta a al ser incompleto, abierto y mutable. Lo festivo, como expresión de erotismo, libera planteando una fusión que es a la vez un igualamiento y un acercamiento de lo heterogéneo y lo contrario. La actitud lúdica de lo festivo se extiende a todos los valores, ideas, fenómenos y cosas, lo cual “compromete y conjuga lo sagrado con lo profano, lo alto con lo bajo, lo grande con lo miserable, lo sabio con lo estúpido.” [13]

Esta disolución de formas y límites es expresada en la acentuación de las imágenes del cuerpo, la bebida y la satisfacción de las necesidades naturales. La carne con su carácter mundano e imperfecto a través de su comunicación con lo otro actúa como aniquilador de todo lo elevado y establecido: “expresa la alegría de las sucesiones y reencarnaciones, la alegre relatividad y la negación de la identidad y del sentido único, la negación de la estúpida auto identificación y coincidencia consigo mismo” [14]. Acontece en el erotismo festivo un culto a la belleza, pero es un culto trasgresor. La belleza es deseada para ser ensuciada, burlada, violada.

El cuerpo, el placer, el erotismo, la poesía son ejes de libertades individuales donde la violencia, la violación, la ironía, el humor, la burla, la fiesta, la celebración y la ridiculización ocupan un lugar céntrico. Ello “Permite mirar con nuevos ojos el universo, comprender hasta que punto lo existente es relativo, y en consecuencia, permite comprender la posibilidad de un orden distinto del mundo”[15].

Ese orden distinto es para Bajtín, primordialmente ambivalente, a la vez que degrada y mortifica, regenera y renueva. Interpreta a la vez que su muerte, su propio renacimiento y renovación, situándose en el umbral de la realidad y el arte. Toda degradación corresponde a una renovación. A toda aniquilación le sigue un renacimiento abierto al infinito. El erotismo y su símil la muerte, la poesía y lo festivo, se concatenan para perder al ser destruyendo sus límites. Hay una disolución que apunta a una insurgencia y a la vez a un renacimiento que es una aprobación de la vida.



En los cuentos de Azul... se establece una mecánica de descripción erótica que desvanece las formas. No sólo se presenta una clara diégesis que apunta a deshilvanar los límites de los objetos sino que expresamente acontece un culto a la sensualidad. En Rubén Darío está “en el centro de sus pensamientos la hembra, un poco al modo pagano, carnal y disfrutable por los sentidos” [16]. Descripción de cuerpos y sexualidad conforman una poética sobre la cual se basará una construcción erótica que utiliza como estrategia la fusión de diferentes artes para establecer una dinámica de continuidad: culto a la sexualidad que es trasgresión y muerte es a la vez origen y principio.

En “La Ninfa” [17] desde el título refiere a una dimensión sensual. Ellas eran “doncellas graves y hermosas; verlas podría provocar la locura y, si estaban desnudas, la muerte” [18]. La protagonista “Lesbia” es construida a partir de sus características y acciones eróticas: “actriz caprichosa y endiablada” se entretenía en “chupar como niña golosa, un terrón de azúcar húmedo, blanco entre las yemas sonrosadas [...] rostro encendido, de mujer hermosa, estaba como resplandeciente de placer”. Sus deseos muestran la pretensión sexual de ser violentada y perderse en el juego de la carne: “mi amante sería uno de esos velludos semidioses. Os advierto que más que a los sátiros adoro a los centauros; y que me dejaría robar por uno de esos monstruos robustos”.

Los mismos deseos del narrador refieren a la desnudez, a las ninfas cuya belleza conduce a la locura o a la muerte, a perderse en la inmensidad: “¡Oh!, exclamé para mí, ¡las ninfas! Yo desearía contemplar esas desnudeces de los bosques y de las fuentes, aunque, como Acteón, fuese despedazado por los perros”

La narración se construye yuxtaponiendo imágenes que bajo la poética expuesta se desbordan para fundirse con lo otro. Existen de manera continua en un estado abierto la armonía y la belleza dentro de un marco de dinamismo y esplendidez, de ritmos y ondulaciones, de penetración y deslumbramiento.

Era la hora del chartreuse. Se veía en los cristales de la mesa como una disolución de piedras preciosas, y la luz de los candelabros se descomponía en las copas medio vacías, donde quedaba algo de la púrpura del borgoña, del oro hirviente del champaña, de las líquidas esmeraldas de la menta

Y más adelante, mientras el narrador vaga por los parques del el castillo:

Los gorriones chillaban sobre las lilas nuevas y atacaban a los escarabajos que se defendían de los picotazos con sus corazas de esmeralda, con sus petos de oro y acero. En las rosas el carmín, el bermellón, la onda penetrante de perfumes dulces: más allá las violetas, en grandes grupos, con su color apacible y su olor a virgen. Después, los altos árboles, los ramajes tupidos llenos de mil abejas, las estatuas en la penumbra, los discóbolos de bronce, los gladiadores musculosos en sus soberbias posturas gímnicas, las glorietas perfumadas, cubiertas de enredaderas, los pórticos, bellas imitaciones jónicas, cariátides todas blancas y lascivas, y vigorosos telamones del orden atlántico, con anchas espaldas y muslos gigantescos.

Y ahí todo está prescrito para la cúspide del erotismo, que es el encuentro con el otro. En la sensualidad el cuerpo es lo primero presentado, ese cuerpo que se desvanece determinado por efectos musicales, escultores y pictóricos.

Estaba en el centro del estanque, entre la inquietud de los cisnes espantados, una ninfa, una verdadera ninfa, que hundía su carne de rosa en el agua cristalina. La cadera a flor de espuma parecía a veces como dorada por la luz opaca que alcanzaba a llegar por las brechas de las hojas. ¡Ah!, yo vi lirios, rosas, nieve, oro; vi un ideal con vida y forma y oí entre el burbujeo sonoro de la linfa herida, como una risa burlesca y armoniosa, que me encendía la sangre

Pero el deseo no culmina, se abre a la eternidad, nunca tiene una satisfacción completa en la mecánica de la sensualidad. El discurso erótico entonces plantea siempre líneas de fuga que bordea los límites de la finitud:

De pronto huyó la visión, surgió la ninfa del estanque, semejante a Citerea en su onda, y recogiendo sus cabellos que goteaban brillantes, corrió por los rosales tras las lilas y violetas, más allá de los tupidos arbolares, hasta ocultarse a mi vista, hasta perderse

En el “Palacio del Sol” [19] la postura erótica es más evidente. El cuento comienza con la descripción de la adolescente donde se utiliza metáforas sugerentes de gozo:”niña de los ojos color de aceituna, fresca como una rama de durazno en flor, luminosa como un alba, gentil como la princesa de un cuento azul”. Hay en el cuento un sutil y perverso planteamiento sensual que señala a la vitalidad:

Ya veréis, sana y respetables señoras, que hay algo mejor que el arsénico y el fierro, para encender la púrpura de las lindas mejillas virginales; y que es preciso abrir la puerta de su jaula a vuestras avecitas encantadoras, sobre todo, cuando llega el tiempo de la primavera y hay ardor en las venas y en las savias, y mil átomos de sol abejean, en los jardines, como un enjambre de oro sobre las rosas entreabiertas

La joven es llevada por una hada al “Palacio del sol” para curar sus malestares. Lo carnal se pone de manifiesto. La vida se despierta a través del deseo, de la apertura, de la comunicación de los cuerpos, de la expresión carnal que resaltan la belleza, de la hermosura, de la desnudez:

el rostro lleno de vida y de púrpura, el seno hermoso y henchido, recibiendo las caricias de una crencha castaña, libre y al desgaire, los brazos desnudos hasta el codo, medio mostrando la malla de sus casi imperceptibles venas azules, los labios entreabiertos por una sonrisa, como para emitir una canción...

El acto erótico acontece. La adolescente (junto con otras doncellas que también son llevadas al palacio) se pierde en lo carnal, en el goce de la sensualidad. La ilusión y los sueños se funden, se confunden, para dar vida al placer. Los cuerpos desvanecen bajo el efecto del fuego, del”néctar de la danza”, de lo ardiente de la verdadera vida, de la afirmación del amor libre que enciende la sangre, el éxtasis y la bacanal:

En verdad estaban en un lindo palacio encantado, donde parecía sentirse el sol en el ambiente. ¡Oh, qué luz! ¡qué incendios! - Sintió Berta que se le llenaban los pulmones de aire de campo y de mar, y las venas de fuego; sintió en el cerebro esparcimiento de armonía, y cómo que el alma se le ensanchaba, y como que se ponía más elástica y tersa su delicada carne de mujer. Luego vio, vio sueños reales, y oyó, oyó músicas embriagantes. En vastas galerías deslumbradoras, llenas de claridades y de aromas, de sederías y de mármoles, vio un torbellino de parejas, arrebatadas por las ondas invisibles y dominantes de un vals. Vio que otras tantas anémicas como ella, llegaban pálidas y entristecidas, respiraban aquel aire, y luego se arrojaban en brazos de jóvenes vigorosos y esbeltos, cuyos bozos de oro y finos cabellos brillaban a la luz; y danzaban, y danzaban, con ellos, en una ardiente estrechez, oyendo requiebros misteriosos que iban al alma, respirando de tanto en tanto como hálitos impregnados de vainilla, de haba de Tonka, de violeta, de canela, hasta que con fiebre, jadeantes, rendidas, como palomas fatigadas de un largo vuelo, caían sobre cojines de seda, los senos palpitantes, las gargantas sonrosadas, y así soñando en cosas embriagadoras... -Y ella también cayó al remolino, al maelstrón atrayente, y bailó, giró, pasó, entre los espasmos de un placer agitado; y recordaba entonces que no debía embriagarse tanto con el vino de la danza, aunque no cesaba de mirar al hermoso compañero, con sus grandes ojos de mirada primaveral. Y él la arrastraba por las vastas galerías, ciñendo su talle, y hablándole al oído, en la lengua amorosa y rítmica de los vocablos apacibles, de las frases irisadas, y olorosas, de los períodos cristalinos y orientales.

Y entonces ella sintió que su cuerpo y su alma se llenaban de sol, de efluvios poderosos y de vida. ¡No, no esperéis más!

Después de la explosión de sí misma es regresada por el hada a su jardín. Ahí, debido a la felicidad que proporciona el goce, continúa con su vida en una condición de apertura e ilimitación. El cuento es así una propuesta de un erotismo de protesta bajo una pulsión estética, perversa y vivencial que es a la vez apertura a la posibilidad de futuros goces...

En “El Rubí” [20] la sensualidad es unida inexorablemente a la violencia. La violación se presenta como elemento fundamental del cuento. Ella es fuente de creación. La construcción de imágenes yuxtapuestas donde las formas y el centro se pierden crea un efecto de sensualidad

En los muros, sobre pedazos de plata y oro, entre venas de lapislázuli, formaban caprichosos dibujos, como los arabescos de una mezquita, gran muchedumbre de piedras preciosas. Los diamantes, blancos y limpios como gotas de agua, emergían los iris de sus cristalizaciones; cerca de calcedonias colgantes en estalactitas, las esmeraldas esparcían sus resplandores verdes, y los zafiros, en amontonamientos raros, en ramilletes que pendían del cuarzo, semejaban grandes flores azules y temblorosas.

El deseo impele a ilusión y a la violencia. La sed de otro es presentada bajo la esplendidez de la desnudez y la celebración. Imágenes atrayentes y gozosas construyen el objeto de deseo

Brazos, espaldas, senos desnudos, azucenas, rosas, panecillos de marfil coronados de cerezas; ecos de risas áureas, festivas; y allá, entre las espumas, entre las linfas rotas, bajo las verdes ramas...

-¿Ninfas?

-No, mujeres.

Una de las mujeres es secuestrada para convertirse en la amada del gnomo, compañera de lecho y victima de la perenne violación” “La mujer amada descansaba a un lado, rosa de carne entre maceteros de zafir, emperatriz del oro, en un lecho de cristal de roca, toda desnuda y espléndida como una diosa”. Pero ella también es conformada por el deseo, el deseo de otro. El enamoramiento le impele a intentar escapar lo que la lleva a la muerte. Y ahí, en esa descripción del cuerpo moribundo, en el umbral de la vida, se fusionan el dolor con el goce:

desnuda y bella, destrozó su cuerpo blanco y suave como de azahar y mármol y rosa, en los filos de los diamantes rotos. Heridos sus costados, chorreaba la sangre; los quejidos eran conmovedores hasta las lágrimas. ¡Oh, dolor!

Yo desperté, la tomé en mis brazos, le di mis besos más ardientes; mas la sangre corría inundando el recinto, y la gran masa diamantina se teñía de grana.

Escena que culmina en el génesis del rubí a partir del derramamiento hermoso de la sangre del cuerpo violado. Exaltación de la fecundidad a partir de la sexualidad. Nacimiento en la muerte. Los elementos de lo destruido devienen génesis.

En otros cuentos como “El Sátiro Gordo” [21] esta construcción de ambiente continuo y erotismo acontece también. Al rey no sólo le es permitido el placer sino la misma divinidad propone ese estado de celebración: «Los dioses le habían dicho: "Goza, el bosque es tuyo; sé un feliz bribón, persigue ninfas y suena tu flauta"». Su selva enorme, interminable y exótica es escenario de un ritual poético. Ahí donde la lujuria es determinante de la vida, el poeta, Orfeo, expresa su canto que seducción:

Los enormes troncos se conmovieron, y hubo rosas que se deshojaron y lirios que se inclinaron lánguidamente como en un dulce desmayo. Porque Orfeo hacía gemir los leones y llorar los guijarros con la música de su lira rítmica. Las bacantes más furiosas habían callado y le oían como en un sueño. Una náyade virgen a quien nunca ni una sola mirada del sátiro había profanado, se acercó tímida al cantor y le dijo: «Yo te amo». Filomela había volado a posarse en la lira como la paloma anacreóntica. No hubo más eco que la voz de Orfeo. Naturaleza sentía el himno. Venus, que pasaba por las cercanías, preguntó de lejos con su divina voz: « ¿Está aquí, acaso, Apolo?»

La poesía se vuelca sobre sí misma transfigurada en el placer. Se trasciende apelando a una dimensión festiva pero destructora. La misma virginidad es violentada. Ella lo acepta placenteramente. El canto es pues, el acontecimiento de Eros

En “Palomas Blancas y Garzas Morenas” [22] el proceso erótico es aun más evidente. La descripción de su prima “Inés” responde a una construcción carnal aunque resplandeciente. Ella es conformada a partir de esas imágenes: “El seno, firme y esponjado, era un ensueño oculto y supremo; la voz clara y vibrante, las pupilas azules, inefables; la boca llena de fragancia de vida y de color de púrpura. ¡Sana y virginal primavera! “, y más adelante “¡Cabellos áureos, ojos paradisíacos, labios encendidos y entreabiertos!”. Bellaza cuya esplendidez lleva al narrador a la obsesión, a la locura como desdoblamiento de sí mismo en la expresión:

Le dije todo lo que sentía, suplicante, balbuciente, echando las palabras, ya rápidas, ya contenidas, febril, temeroso. ¡Sí! Se lo dije todo: las agitaciones sordas y extrañas que en mi experimentaba cerca de ella; el amor, el ansia; los tristes insomnios del deseo; mis ideas fijas en ella, allá en mis meditaciones del colegio; y repetía como una oración sagrada la gran palabra: ¡el amor! Oh, ella debía recibir gozosa mi adoración. Creceríamos más. Seríamos marido y mujer...

La fusión con la mujer se da en esta primera instancia de cuento en el beso. Ella, descrita de manera de metafórica, poética, es la causante de la turbación y con ello de la violencia, de la violación:

Se me antojaba Inés una paloma hermosa y humana, blanca y sublime: y al propio tiempo llena de fuego, de ardor. ¡Un tesoro de dichas! No dije más. Le tomé la cabeza y le di un beso en una mejilla, un beso rápido, quemante de pasión furiosa

En el mismo cuento es “Elena” objeto también de deseo erótico y más expresamente poético. “Musa ardiente” cuyos “ojos de Minerva, ojos verdes, ojos que deben siempre gustar a los poetas” inunda al narrador de felicidad. Consagrados místicamente el uno a otro expresan esa indisoluble unión entre el deseo y la poesía lo cual rosa con lo sagrado con un aire de pagano: “¡Porque tú me revelaste el secreto de las delicias divinas, en el inefable primer instante del amor!”



He mostrado en los cuentos expuestos algunos ejemplos que refieren al erotismo entendido como expresión poética que apunta a la continuidad. Hay en Azul.., en estos mismos cuentos, como en el resto que lo conforman, innumerables referencias a esta dinámica. Pero esa expresión se da en una mezcla de aparente de pedantería libresca que a través de una hiperbolización, de ambientes exóticos y de una conducción a un mundo fantasioso manifiesta su carácter irónico. No es ya una confesión de un poeta romántico: “poets are more authors than lovers” [23]. Rubén Darío a través del erotismo que es poesía, establece un juego que degrada las formas pero lo hace, las más de las veces, de una manera festiva. Las imágenes insólitas y el alejamiento de la realidad niegan una expresión solemne, afirmando una posición vivencial de celebración.

La apertura a las posibilidades infinitas del deseo no admite satisfacción final. No hay posibilidad de colmar esa búsqueda de libertad. Acontece una constante aspiración a ese punto donde “la continuidad y la conciencia se aproximan” [24]. La emancipación es otorgada por el perenne ánimo irónico de los cuentos. El tono es de un permanente humor como en “La Ninfa” donde “Lesbia” aparece constantemente riendo en un contexto festivo y bacanal: “se agitaba como una chicuela a quien hiciesen cosquillas”. Hay en este cuento una expresa ironía incluso a la posición de narrador: “¡ay!, por un recodo; y quedé yo, poeta lírico, fauno burlado, viendo a las grandes aves alabastrinas como mofándose de mí, tendiéndome sus largos cuellos en cuyo extremo brillaba bruñida el ágata de sus picos” y hacia el final de cuento “ella me miraba, me miraba como una gata, y se reía, se reía como una chicuela a quien se le hiciesen cosquillas”. El poeta no escapa a su orquesta sensual siendo él el primer seducido, violentado y burlado.

Existe a lo largo de la obra un tono incluso a veces orgiástico como en el ya mencionado “Palacio del Sol” o en el “Sátiro Sordo” donde la selva abierta y exótica es presentada bajo un vaho de “alegría y danza, belleza y lujuria; donde ninfas y bacantes eran siempre acariciadas y siempre vírgenes [25]; donde había uvas y rosas y ruido de sistros, y donde el rey caprípedo bailaba delante de sus faunos beodos”

Los ambientes construidos, el deseo, la sensualidad, son fuente de expresión festiva donde nada es serio. En Azul... se busca una complicidad con el lector proponiendo un inestable equilibrio entre la veracidad y el juego. Hay un planteamiento de placer que conduce a la muerte pero también a la resurrección. Constante flujo de máscaras de fecundidad que proporciona una libertad ilimitada. Darío expresa una insurgencia individual en su poética en donde “con las palpitaciones de su misterio -por que en la carne va el alma- y su tortura -por que el alma no puede dejar la carne cuando quiere-, su sed de inmortalidad de encarnación y su angustia” [26]conducen al éxtasis.

Establecer una propuesta alternativa de existencia -un estado estético que apela al goce, a la embriaguez, a la desnudez, a la esplendidez, a la burla, al humor, a la ironía, a la danza, a la sensualidad, al juego- es la intención de Darío. Su escritura seductora a la vez que perversa, donde las practicas eróticas son planteada incluso a veces como ritos, es “fuente de energía creadora, precisamente porque le mantuvo en vilo, como inquietud inagotable” [27]. Anhelo de resurrección, de trascendencia donde los ritmos, ondulaciones y desfallecimientos actúan a manera de reinvención, recreación y renacimiento. El erotismo se convierte en una afirmación trascendental del placer, de la poesía y en último grado, de la vida.



BIBLIOGRAFÍA

BAJTIN, MIJAIL, Problemas de la poética de Dostoievski, 1ª edición, FCE, México, 1986.

--------------------- La Cultura Popular en la Edad media y en el Renacimiento, 6ª edición, Alianza Editorial, Madrid, 1998.

BATAILLE, GEORGES El Erotismo, 1ª edición, Tusquets, Barcelona, 1997

------------------------------ Las Lágrimas de Eros, 2ª edición, Tusquets, Barcelona, 2000.

BORGES, JORGE LUIS, El libro de los seres imaginarios, 2ª edición, EMECÉ, Buenos Aires, 1996.

DARÍO, RUBÉN, Azul…, 3ª edición, Cátedra, Madrid, 2000.

DE GARCIASOL, RAMÓN, Lección de Rubén Darío, 1ª edición, Taurus, Madrid, 1961.

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, SERGIO, Los amorosos. Relatos eróticos mexicanos, Cal y Arena, México, 1994

GULLÓN, RICARDO, en la introducción de RUBÉN DARÍO, Sus Mejores Páginas, 1ª edición, Prentice-Hall, New Jersey, 1972.

PAZ, OCTAVIO, La llama doble en Obras Completas Tomo II, FCE, 2ª edición, México, 1996.

--------------------- Pan, Eros, Psique en Obras Completas Tomo II, FCE, 2ª edición, México, 1996.

VEYNE, PAUL, Roman Erotic Elegy, 1ª edición, U. de Chicago, Chicago, 1988.



NOTAS:

[1] RUBÉN DARÍO, Azul…, 3ª edición, Cátedra, Madrid, 2000.

[2] GEORGES BATAILLE, El Erotismo, 1ª edición, Tusquets, México, 1997, p. 15.

[3] GEORGES BATAILLE, op cit, p. 13.

[4] Ibíd., p. 21.

[5] Ibíd., p. 27.

[6] Ibíd., p. 16.

[7] Ibíd., p. 23.

[8] Esta definición aparece en la contraportada del libre de SERGIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, Los amorosos. Relatos eróticos mexicanos, Cal y Arena, México, 1994

[9] OCTAVIO PAZ, La llama doble en Obras Completas Tomo II, FCE, 2ª edición, México, 1996, p. 213.

[10] OCTAVIO PAZ, op cit, p. 214.

[11] GEORGES BATAILLE, op cit, p. 72

[12] Ibíd., p. 45.

[13] MIJAIL BAJTIN, Problemas de la poética de Dostoievski, 1ª edición, FCE, México, 1986. p174.

[14] MIJAIL BAJTIN, La Cultura Popular en la Edad media y en el Renacimiento, 6ª edición, Alianza Editorial, Madrid, 1998. p42.

[15] MIJAIL BAJTIN, op cit, p.37.

[16] RAMÓN DE GARCIASOL, Lección de Rubén Darío, 1ª edición, Taurus, Madrid, 1961, p. 34.

[17] En Azul…, op cit, pp. 168-180.

[18] JORGE LUIS BORGES, El libro de los seres imaginarios, 2ª edición, EMECÉ, Buenos Aires, 1996, p 185.

[19] En Azul…, op cit, pp. 199-204.

[20] Ibíd., pp. 191-198.

[21] Ibíd., pp. 162-167.

[22] Ibíd., pp. 211-218.

[23] PAUL VEYNE, Roman Erotic Elegy, 1ª edición, U. de Chicago, Chicago, 1988. p. 3.

[24] GEORGES BATAILLE, op cit, p. 280

[25] Recordemos la noción de paraíso en las mil y una noches

[26] RAMÓN DE GARCIASOL, op cit, p 35.

[27] RICARDO GULLÓN en la introducción de RUBÉN DARÍO, Sus Mejores Páginas, 1ª edición, Prentice-Hall, New Jersey, 1972, p.8.



© Juan Pablo Patiño Káram 2005

Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid

El URL de este documento es http://www.ucm.es/info/especulo/numero31/azulrd.html

lunes, 3 de marzo de 2008

La Araucana

La Araucana
Alonso de Ercila y Zúñiga
http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/ercilla/index.htm


Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533-1594), fue un soldado español, y fue un poeta que escribió la primera gran epopeya americana y a la vez, es una representación del renacimiento español: La Araucana.
Había nacido en Madrid, y sirvió en la corte del príncipe, Felipe II. En 1556 llegó a Perú con el virrey Hurtado de Mendoza.
En 1557 acompañó el hijo del virrey, García Hurtado de Mendoza, cuando fue nombrado Gobernador de Chile, Ercilla lo acompañó y participó en la expedición contra los araucanos.
Durante esa expedición que duró más de año y medio, Ercilla se sintió admirado por el heroísmo y del espíritu indómito de los indígenas araucanos en los enfrentamientos con los soldados españoles, y estas experiencias vividas tan de cerca, le inspiraron el poema épico La Araucana (la primera parte se publicó en 1569 y posteriormente, en 1578 y 1589, las dos partes restantes) la gran obra épica culta de la literatura americana, sobre la conquista de La Araucania que formó parte del Virreinato del Perú.
Si bien el texto fue dedicado a Felipe II, el protagonista real es el pueblo araucano y sus caudillos, sobre todo, Lautaro y Caupolicán y que exalta el valor y la grandeza de los araucos lo que permitió conocer a través de la literatura, al público europeo, lo que para ellos eran las costumbres y descripciones del exotismo indigenista.




Alonso de Ercilla y Zúñiga

Antecedentes
El mejor poema épico y la primera obra literaria que refleja esa gesta es La Araucana, de Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533-1594), poeta madrileño que viajó a América a los 21 años y participó como soldado en las luchas contra los araucanos en Chile. Compuso su poema en el campo de batalla, "escribiendo muchas veces en cuero por falta de papel y en pedazos de cartas, algunos tan pequeños que apenas cabían sus versos, que no costó después poco trabajo juntarlos".
Su formación literaria se desarrolla en la corte de los reyes y su educación, al lado del príncipe, el futuro Felipe II, a quien acompaña en su séquito por Italia y Alemania. Posteriormente, marcha junto al soberano a Londres (1555) con motivo de las segundas nupcias del rey con María Tudor, obteniendo licencia para viajar a las Indias con .el virrey del Perú don Andrés Hurtado de Mendoza.
Ese hecho modificó el destino de Ercilla, luego actor y recreador de las luchas con los araucanos. Después de muchos años publica en España La Araucana, obra que lo sitúa entre los mejores poetas de su tiempo. A esa versión, que contiene solamente la primera parte, publicada en 1568, siguió la segunda, en 1578, en la cual rinde culto al valor de los pueblos americanos que luchaban contra los invasores. En el prólogo de su poema, declara que es cosa de admiración la bravura de los araucanos, quienes no poseyendo las armas de guerra ni los medios de lucha de los españoles "hayan redimido y sustentado su libertad, derramando en sacrificio de ella tanta sangre".
Asimismo, la historia de los hechos vividos ha permitido leer el poema de Ercilla para confirmar aspectos de la Conquista que ya hablan sido registrados en la prosa de los cronistas de Indias. Para el poeta la historia "no es ficción ni fantasía", y La Araucana, según los propósitos de su autor, es una relación versificada de acontecimientos reales.
El poema está compuesto por treinta y siete cantos en octavas con verso endecasílabo, a la manera de Garcilaso. La sencillez de las rimas y el equilibrio de las partes que armoniosamente se integran dentro de la historia particular de la Conquista en Chile, son propias de la sobriedad renacentista. La victoria de los araucanos, el infortunio de los guerreros y la derrota final de Caupolicán, ajusticiado cruelmente por los españoles, constituyen el centro de las partes I, II y lI1.

Veiravé, Alfredo. Literatura Hispanoamericana, Editorial Kapelusz, Argentina, 1976.














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Canto I
El cual declara el asiento y descripción de la provincia de Chile y Estado de Arauco, con las costumbres y modos de guerra que los naturales tienen; y asimismo trata en suma la entrada y conquista que los españoles hicieron hasta que Arauco se comenzó a rebelar.

(Fragmento del canto I)

(...)
Son de gestos robustos, desbarbados,
bien formados los cuerpos y crecidos,
espaldas grandes, pechos levantados,
recios miembros, de nervios bien fornidos;
ágiles, desenvueltos, alentados, 365
animosos, valientes, atrevidos,
duros en el trabajo, y sufridores
de fríos mortales, hambres y calores. [21]
No ha habido rey jamás que sujetase
esta soberbia gente libertada, 370
ni extranjera nación que se jactase
de haber dado en sus términos pisada;
ni comarcana tierra que se osase
mover en contra y levantar espada:
siempre fue exenta, indómita, temida, 375
de leyes libre y de cerviz erguida.
El potente rey Inga, aventajado
en todas las antárticas regiones,
fue un señor en extremo aficionado
a ver y conquistar nuevas naciones; 380
y por la gran noticia del estado
a Chile despachó sus Orejones;
mas la parlera fama de esta gente
la sangre les templó y ánimo ardiente.
Pero los nobles Ingas valerosos 385
los despoblados ásperos rompieron,
y en Chile algunos pueblos belicosos
por fuerza a servidumbre redujeron:
a do leyes y edictos trabajosos
con dura mano armada introdujeron, 390
haciéndoles con fueros disolutos
pagar grandes subsidios y tributos.
Dado asiento en la tierra y reformado
el campo con ejército pujante,
en demanda del reino deseado 395
movieron sus escuadras adelante:
no hubieron muchas millas caminado,
cuando entendieron que era semejante
el valor a la fama que alcanzada
tenía el pueblo araucano por la espada. 400 [22]
Los Promaucaes de Maule, que supieron
el vano intento de los Ingas vanos,
al paso y duro encuentro les salieron,
no menos en buen orden que lozanos;
y las cosas de suerte sucedieron 405
que, llegando estas gentes a las manos,
murieron infinitos Orejones,
perdiendo el campo y todos los pendones.
Los indios Promaucaes es una gente
que está cien millas antes del estado, 410
brava, soberbia, próspera y valiente,
que bien los españoles la han probado:
pero con cuanto digo, es diferente
de la fiera nación, que, cotejado
el valor de las armas y excelencia, 415
es grande la ventaja y diferencia.
Los Ingas, que la fuerza conocían
que en la provincia indómita se encierra,
y cuán poco a los brazos ganarían
llegada al cabo la empezada guerra; 420
visto el errado intento que traían,
desamparando la ganada tierra,
volvieron a los pueblos que dejaron
donde por algún tiempo reposaron.
Pues don Diego de Almagro, Adelantado, 425
que en otras mil conquistas se había visto,
por sabio en todas ellas reputado,
animoso, valiente, franco y quisto,
a Chile caminó determinado
de extender y ensanchar la fe de Cristo; 430
pero en llegando al fin de este camino
dar en breve la vuelta le convino. [23]
A sólo el de Valdivia esta victoria
con justa y gran razón le fue otorgada,
y es bien que se celebre su memoria, 435
pues pudo adelantar tanto su espada:
éste alcanzó en Arauco aquella gloria,
que de nadie hasta allí fuera alcanzada;
la altiva gente al grave yugo trujo,
y en opresión la libertad redujo. 440
Con una espada y capa solamente,
ayudado de industria que tenía,
hizo con brevedad de buena gente
una lucida y gruesa compañía;
y con designio y ánimo valiente 445
toma de Chile la derecha vía,
resuelto en acabar de esta salida
la demanda difícil o la vida.
Viose en el largo y áspero camino
por la hambre, sed y frío en gran estrecho; 450
pero con la constancia que convino
puso al trabajo el animoso pecho:
y el diestro hado y próspero destino
en Chile le metieron, a despecho
de cuantos estorbarlo procuraron, 455
que en su daño las armas levantaron.
Tuvo a la entrada con aquellas gentes
batallas y rencuentros peligrosos,
en tiempos y lugares diferentes,
que estuvieron los fines bien dudosos; 460
pero al cabo por fuerza los valientes
españoles, con brazos valerosos,
siguiendo el hado y con rigor la guerra,
ocuparon gran parte de la tierra. [24]
No sin gran riesgo y pérdidas de vidas 465
asediados seis años sostuvieron,
y de incultas raíces desabridas
los trabajados cuerpos mantuvieron,
do a las bárbaras armas oprimidas
a la española devoción trujeron, 470
por ánimo constante y raras pruebas
criando en los trabajos fuerzas nuevas.
Después entró Valdivia conquistando
con esfuerzo y espada rigurosa,
los Promaucaes por fuerza sujetando, 475
Curios, Cauquenes, gente belicosa;
y, el Maule y raudo Itata atravesando,
llegó al Andaliën, do la famosa
ciudad fundó de muros levantada,
felice en poco tiempo y desdichada. 480
Una batalla tuvo aquí sangrienta
donde a punto llegó de ser perdido:
pero Dios le acorrió en aquella afrenta;
que en todas las demás le había acorrido:
otros dello darán más larga cuenta, 485
que les está este cargo cometido;
allí fue preso el bárbaro Ainavillo,
honor de los Pencones y caudillo.
De allí llegó al famoso Biobío,
el cual divide a Penco del estado, 490
que del Nibequetén, copioso río,
y de otros viene al mar acompañado;
de donde con presteza y nuevo brío,
en orden buena y escuadrón formado
pasó de Andalicán la áspera sierra, 495
pisando la araucana y fértil tierra. [25]
No quiero detenerme más en esto,
pues que no es mi intención dar pesadumbre;
y así pienso pasar por todo presto,
huyendo de importunos la costumbre: 500
digo con tal intento y presupuesto
que antes que los de Arauco a servidumbre
viniesen, fueron tantas las batallas,
que dejo por prolijas de contallas.
Ayudó mucho el ignorante engaño 505
de ver en animales corregidos
hombres que por milagro y caso extraño
de la región celeste eran venidos:
y del súbito estruendo y grave daño
de los tiros de pólvora sentidos, 510
como a inmortales dioses los temían,
que con ardientes rayos combatían.
Los españoles hechos hazañosos
el error confirmaban de inmortales,
afirmando los más supersticiosos, 515
por los presentes los futuros males:
y así tibios, suspensos y dudosos,
viendo de su opresión claras señales,
debajo de hermandad y fe jurada
dio Arauco la obediencia jamás dada. 520
Dejando allí el seguro suficiente
adelante los nuestros caminaron;
pero todas las tierras llanamente,
viendo Arauco sujeta, se entregaron;
y reduciendo a su opinión gran gente, 525
siete ciudades prósperas fundaron,
Coquimbo, Penco, Angol y Santiago,
La Imperial, Villa-Rica, y la del Lago. [26]
El felice suceso, la victoria,
la fama y posesiones que adquirían 530
los trujo a tal soberbia y vanagloria,
que en mil leguas diez hombres no cabían;
sin pasarles jamás por la memoria
que en siete pies de tierra al fin habían
de venir a caber sus hinchazones, 535
su gloria vana y vanas pretensiones.
Crecían los intereses y malicia,
a costa del sudor y daño ajeno,
y la hambrienta y mísera codicia
con libertad paciendo iba sin freno: 540
la ley, derecho, el fuero y la justicia
era lo que Valdivia había por bueno,
remiso en graves culpas y piadoso,
y en los casos livianos riguroso.
Así el ingrato pueblo Castellano, 545
en mal y estimación iba creciendo,
y siguiendo el soberbio intento vano
tras su fortuna próspera corriendo:
pero el Padre del cielo soberano
atajó este camino, permitiendo 550
que aquel a quien él mismo puso el yugo
fuese el cuchillo y áspero verdugo.
El estado araucano acostumbrado
a dar leyes, mandar y ser temido,
viéndose de su trono derribado, 555
y de mortales hombres oprimido;
de adquirir libertad determinado,
reprobando el subsidio padecido,
acude al ejercicio de la espada,
ya por la paz ociosa desusada. 560 [27]
Dieron señal primero y nuevo tiento
(por ver con qué rigor se tomaría)
en dos soldados nuestros, que a tormento
mataron sin razón y causa un día:
disimulose aquel atrevimiento, 565
y con esto crecioles la osadía;
no aguardando a más tiempo, abiertamente
comienzan a llamar y juntar gente.
Principio fue del daño no pensado
el no tomar Valdivia presta enmienda 570
con ejemplar castigo del estado;
pero nadie castiga en su hacienda:
el pueblo sin temor desvergonzado
con nueva libertad rompe la rienda
del homenaje hecho y la promesa, 575
como el segundo canto aquí lo expresa.

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La Araucana
Alonso de Ercilla y Zúñiga
(Síntesis de la obra)
·
o Canto I
El cual declara el asiento y descripción de la provincia de Chile y Estado de Arauco, con las costumbres y modos de guerra que los naturales tienen; y asimismo trata en suma la entrada y conquista que los españoles hicieron hasta que Arauco se comenzó a rebelar
o Canto II
Pónese la discordia que entre los caciques de Arauco hubo sobre la elección de capitán general, y el medio que se tomó por el consejo del cacique Colocolo, con la entrada que por engaño los bárbaros hicieron en la casa fuerte de Tucapel y la batalla que con los españoles tuvieron
o Canto III
Valdivia con pocos españoles y algunos indios amigos camina a la casa de Tucapel para hacer el castigo. Mátanle los araucanos a los corredores en el camino en un paso estrecho y danle después la batalla, en la cual fue muerto él y toda su gente por el gran esfuerzo y valentía de Lautaro
o Canto IV
Vienen catorce españoles por concierto a juntarse con Valdivia en la fuerza de Tucapel: hallan los indios en una emboscada, con los cuales tuvieron un porfiado recuentro: llega Lautaro con gente de refresco: mueren siete españoles y todos los amigos que llevan: escápanse los otros por una gran ventura
o Canto V
Contiénese la reñida batalla que entre los españoles y araucanos hubo en la cuesta de Andalicán, donde por la astucia de Lautaro y el demasiado trabajo de los españoles, fueron los nuestros desbaratados, y muertos más de la mitad de ellos, juntamente con tres mil indios amigos
o Canto VI
Prosigue la comenzada batalla, con las extrañas y diversas muertes que los araucanos ejecutaron en los vencidos, y la poca piedad que con los niños y mujeres usaron, pasándolos todos a cuchillo
o Canto VII
Llegan los españoles a la ciudad de la Concepción hechos pedazos, cuentan el destrozo y pérdida de nuestra gente, y vista la poca que para resistir tan gran pujanza de enemigos en la ciudad había, y las muchas mujeres, niños y viejos que dentro estaban, se retiran en la ciudad de Santiago. Asimismo en este canto se contiene el saco, incendio y ruina de la ciudad de la Concepción
o Canto VIII
Júntanse los caciques y señores principales a consejo general en el valle de Arauco. Mata Tucapel al cacique Puchecalco, y Caupolicán viene con poderoso ejército sobre la ciudad Imperial, fundada en el valle de Cautén
o Canto IX
Llegan los araucanos a tres leguas de la Imperial con grueso ejército: no ha efeto su intención por permisión divina. Dan vuelta a sus tierras, adonde les vino nueva que los españoles estaban en el asiento de Penco reedificando la ciudad de la Concepción; vienen sobre los españoles, y hubo entre ellos una recia batalla
o Canto X
Ufanos los araucanos de las vitorias habidas, ordenan unas fiestas generales, donde concurrieron diversas gentes así extranjeras como naturales, entre los cuales hubo grandes pruebas y diferencias
o Canto XI
Acábanse las fiestas y diferencias, y caminando Lautaro sobre la ciudad de Santiago, antes de llegar a ella hace un fuerte, en el cual metido, vienen los españoles sobre él, donde tuvieron una recia batalla
o Canto XII
Recogido Lautaro en su fuerte, no quiere seguir la vitoria por entretener a los españoles. Pasa ciertas razones con él Marco Veaz, por las cuales Pedro de Villagrán viene a entender el peligroso punto en que estaba, y levantando su campo se retira. Viene el marqués de Cañete a la ciudad de Los Reyes en el Perú
o Canto XIII
Hecho el Marqués de Cañete el castigo en el Perú, llegan mensajeros de Chile a pedirle socorro; el cual, vista ser su demanda importante y justa, se le envía grande por mar y por tierra. También contiene al cabo este canto como Francisco de Villagrán, guiado por un indio, viene sobre Lautaro
o Canto XIV
Llega Francisco de Villagrán de noche sobre el fuerte de los enemigos sin ser dellos sentido: da al amanecer súbito en ellos, y a la primera refriega muere Lautaro. Trábase la batalla con harta sangre de una parte y de otra
o Canto XV
En este quinceno y último canto se acaba la batalla en la cual fueron muertos todos los araucanos, sin querer alguno dellos rendirse. Y se cuenta la navegación que las naos del Perú hicieron hasta llegar a Chile; y la grande tormenta que entre el río Maule y el puerto de la Concepción pasaron

Selección bibliográfica: F. Montesdeoca

martes, 12 de febrero de 2008

Diario de a bordo

Cristóbal Colón

http://usuarios.advance.com.ar/pfernando/DocsIglLA/Colon-indigenas.htm?
El primer encuentro entre españoles e indígenas
(Extracto del Diario de abordo de Cristobal Colon)(1)

El texto que transcribimos a continuación es un documento importantísimo para conocer las impresiones que causó en los primeros navegantes que llegaron a América el encuentro con el Nuevo Mundo y con sus habitantes. No tenemos el diario de Cristobal Colón en su versión original, sino en la que nos ha dejado fray Bartolomé de las Casas. No obstante, en algunos casos, el fraile dominico nos ha trascrito párrafos completos del diario del Almirante; en general podemos percibir qué párrafos han pasado por la mano de fray Bartolomé y cuáles son colombinos de primera mano por el uso de la persona (cuando habla fray Bartolomé lo hace en tercera persona: "navegó", "anduvieron", etc. y cuando lo hace Colón usa la primera persona: "vi", "partí", etc.); normalmente, fray Bartolomé aclara explicitamente cuando el texto es de Colón, usando cláusulas como: "estas son palabras formales del almirante".

Jueves, 11 de octubre
Navegó al Oestesudoeste. Tuvieron mucha mar, más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas(2) y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parecía con hierro, y un pedazo de caña y otra hierba que nace en tierra y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y se alegraron todos. Anduvieron este día, hasta puesto el sol, 27 leguas. Después de puesto el sol, navegó a su primer camino al oeste. Andarían doce millas cada hora, y hasta dos horas después de medianoche andarían 90 millas, que son 22 leguas y media. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo las señas que el Almirante había mandado. Esta tierra [la] vio primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana, puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vio lumbre; aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra, pero llamó a Pero Gutiérrez repostero de estrados del Rey y díjole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo, y la vio. Díjolo también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que el Rey y la Reina enviaban en la armada como veedor, el cual no vio nada porque no estaba en lugar adonde la pudiese ver. Después que el Almirante lo dijo, se vio una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Por lo cual, cuando dijeron la Salve, que la acostumbran decir y cantar a su manera todos los marineros y se hallan todos, rogó y los amonestó el Almirante que hiciesen buena guarda del castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que veía tierra le daría luego un jubón de seda, [aparte de] las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro a quien primero la viese(3). A las dos horas después de media noche apareció la tierra, de la cual estarían dos leguas. Amainaron todas las velas, y quedaron con el treo que es la vela grande, sin bonetas, y se pusieron a la corda, temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahaní. Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada y Martín Alonso Pinzón y Vicente Yañez, su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera real y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña, con una F y una I, encima de cada letra su corona, una de un cabo de la + y otra de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escobedo escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio cómo él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito. Luego se juntó allí mucha gente de la isla. Esto que sigue son palabras formales del Almirante en su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias. "Yo", dice él, "porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra santa fe con amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde estábamos, nadando, y nos traían papagayos e hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otra cosas que nos[otros] les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y todo daban de aquello que tenían de buena voluntad, mas me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andaban todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vi más que una, harto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vi de edad de más de XXX años, muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos y cortos. Los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan. [Algunos] de ellos se pintan de prieto y ellos son del color de los canarios(4), ni negros ni blancos, y [algunos] de ellos se pintan de blanco y [otros] de ellos de colorado, y [otros] de ellos de lo que hallan; y [algunos] de ellos se pintan las caras, y otros todo el cuerpo, y otros sólo los ojos, y otros sólo la nariz. Ellos no traen armas ni la conocen, porque les mostré espadas y las tomaban por el filo y se cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro; sus azagayas son unas varas sin fierro y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pez, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les hice señas qué era aquello, y ellos me mostraron cómo allí venía gente de otras islas que estaban cerca y les querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seis a Vuestras Altezas para que aprendan a hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos de esta isla". Todas son palabras del Almirante.

Sábado, 13 de octubre
Luego que amaneció, vinieron a la playa muchos de estos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy hermosa; los cabellos no crespos, sino corredíos [lacios] y gruesos como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha, más que otra generación que hasta aquí haya visto; y los ojos muy hermosos y no pequeños; y ellos ninguno prieto [negro], sino del color de los canarios[...]. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barriga, sin muy bien hecha. Ellos vinieron a la nao con almadías [canoas], que son hechas del pie de un árbol como un barco largo y todo de un pedazo[...]. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vi que algunos de ellos traían un pedazuelo colgado en un agujero que tienen en la nariz. Y por señas pude entender que, yendo al Sur o volviendo la isla por el sur, que estaba allí un Rey que tenía grandes vasos de ello y tenía muy mucho[...]. Y esta gente es harto mansa, y por las ganas de tener de nuestras cosas, y temiendo que no se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; mas todo lo que tienen lo dan por cualquier cosa que les den, que hasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban, hasta que vi dar 16 ovillos de algodón por tres ceotís(5) de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habría más de una arroba de algodón hilado. Esto defendería yo y no dejaría tomar a nadie sino que yo lo mandaría tomar todo para vuestras Altezas, si tuviera en cantidad. Aquí nace en esta isla, mas por el poco tiempo no pude dar así del todo fe. Y también aquí nace el oro que traen colgado a la nariz, mas, por no perder tiempo, quiero ir a ver si puedo topar a la isla de Cipango. Ahora como fue noche todos se fueron a tierra con sus almadías.
Domingo, 14 de octubre
...y vide un pedazo de tierra que se hace como isla, aunque no lo es, en que había seis casas, el cual se pudiera atajar en dos días por isla, aunque yo no veo ser necesario, porque esta gente es muy simple en armas, como verán Vuestras Altezas de siete que yo hice tomar para llevarlos y aprender nuestra habla y [de]volverlos, salvo que Vuestras Altezas cuando mandaren puédenlos todos llevar a Castilla o tenerlos en la misma isla cautivos, porque con cincuenta hombres los tendrán todos sojuzgados, y les harán hacer todo lo que quisieren...
Notas
1. El texto lo hemos tomado de: Cristóbal COLON, Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales, 2a. reimp., Madrid 1989, 381 + mapas. Nos hemos permitido adaptar a los usos modernos la grafía, y ligeramente la redacción.
2. "Aves marinas"
3. El "juro" era una pensión perpetua que se concedía sobre las rentas públicas. Bartolomé de las Casas cuenta que los reyes asignaron esta cantidad a Cristóbal Colón, quien la cobró toda su vida con cargo a las carnicerías de la ciudad de Córdoba, y que parece fueron usufructuadas por Beatriz Enríquez de Arana, madre de Hernando Colón. Según una tradición, Rodrigo de Triana, despechado por la actitud de Colón, se hizo mahometano y se fue a vivir al Africa (Consuelo VARELA en: Cristóbal COLON, Textos y documentos..., pg. 29, nota 26).
4. En varias ocasiones Colón compara el color de los habitantes del Nuevo Mundo con el de los habitantes de las Islas Canarias. En efecto, en la antigüedad se tenía la creencia de que a medida que se avanzaba en latitud hacia el sur el color de la piel se volvía más oscura. En un paralelo inferior a las Canarias Colón pensaba encontrarse con hombres de piel negra, y de allí su estupor.
5. Moneda de cobre de la época de Juan I.

© Fernando Gil - Ricardo Corleto, 1998-2003
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viernes, 25 de enero de 2008

Plan Temático

CEDART “Miguel Cabrera”
LITERATURA LATINOAMERICANA 4° y 6° semestres ciclo 2007-2008-I
maestro: Fernando Montesdeoca


I. LITERATURAS PREHISPANICAS.
Introducción sociohistórica
§ La Literatura Quechua.

Jailli.
Oración primera al hacedor.
II. EL DESCUBRIMIENTO.
Introducción sociohistórica
§ La narrativa del Encuentro y la Conquista del Nuevo Mundo.

Cristóbal Colón (1451-1506).

§ La poesía épica en la América colonial.

Alonso de Ercilla y Zúñiga (1533-1594).

La Araucana. Primera parte. Segunda parte. Tercera parte.

El Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616).

De Comentarios Reales. Leyendas sobre el origen de los Incas. Fuentes históricas.
III. POESÍA RENACENTISTA Y BARROCA.
Introducción sociohistórica

Juan del Valle y Caviedes (1646?-1698?).

Fe de erratas. Al doctor Bermejo por haberlo hecho rector. Para labrarse fortuna en los palacios. Definición a la muerte.

La Monja Castillo



IV. EL SIGLO DE LAS LUCES: NEOCLASICISMO.
Introducción sociohistórica
La Literatura Del Fin De La Colonia y El Comienzo De Las Indepedencias: El Siglo De Las Luces.

Alonso Carrió de la Vandera Concolorcorvo (1715?-1783).

El lazarillo de ciegos caminantes desde. Buenos Aires hasta Lima.
Apología.

Andres Bello (1781-1865).

“Alocución a la poesíia”.
V. DEL ROMANTICISMO AL MODERNISMO.
Introducción sociohistórica
Romanticismo.

José María Heredia (1803-1839).

“En el Teocalli de Cholula.” “En una tempestad.”

Esteban Echeverría (1805-1851).

“El matadero.”

Jorge Isaacs

“María”


Realismo Naturalismo ¡?

Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888).

De Facundo.

Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873).

“Amor y orgullo.”Sab.
José Hernández (1834-1886).

El gaucho Martín Fierro.

Modernismo

José Martí (1853-1895).

Tres hêroes. “Nuestra América.”De Versos sencillos, 1891.

Julián del Casal (1863-1893).

“Los dos encuentros.” “Juana Borrero.” “En el campo.” “El hijo espurio.” “Crepuscular.”

Rubén Darío (1867-1916).

“El rey burgués.” “Nuestros propósitos.” “Era un aire suave.” “Sonatina.” “Para una cubana.” “Ite, missa est.” “El país del sol.” “Yo soy aquel.” “A Roosevelt.” “Canción de otoño en primavera.” “El soneto de trece versos.” “Lo fatal.”

José Enrique Rodó (1871-1917).

De Ariel.

VI. DEL MODERNISMO A LAS PRIMERAS VANGUARDIAS.
Introducción sociohistórica

Horacio Quiroga (1878-1937).

Cuentos de amor de locura y de muerte

Delmira Agustini (1886-1914).

“Otra estirpe.” “El cisne.” “Boca a boca.”

Gabriela Mistral (1889-1957).

“La belleza.” “Balada.” “Los sonetos de la muerte.” “La maestra rural.” “La cacería de Sandino.” “Recado sobre Pablo Neruda.”

Alfonsina Storni (1892-1938).

“Cuadrados y ángulos.” “Tú me quieres blanca.” “Hombre pequeñito.” “La que comprende.” “Autodemolición.” “Pasión.” “Voy a dormir.”

César Vallejo (1892-1938).

“Los heraldos negros.” “Terceto autóctono.” “El pan nuestro.” “La cena miserable.” “Espergesia.”De Trilce. “El hombre moderno.” “Poesía nueva.” “Me viene, hay días, una gana ubérrima, política...” “Considerando en frío, imparcialmente...”

Vicente Huidobro (1893-1948).

“Arte poética.” “El espejo de agua.” “Egloga.” “En donde estás.” “Luna.” “La poesía.” De Altazor.

Pablo Neruda (1904-1973).

De Veinte poemas de amor y una canción desesperada, 1924. “Una expresión dispersa.” “Sobre una poesía sin pureza.” “Walking Around.” “Explico algunas cosas.” “Alturas de Macchu Picchu” “José Cruz Achachalla. (Minero, Bolivia).”
VII. PRIMEROS PASOS EN LA RUPTURA DE LA VISION ETNOCÊNTRICA.
Ensayo introductorio

Fernando Ortiz (1881-1969).

II Del fenomeno social de la “transculturacíon” y de su importancia en Cuba.

José Carlos Mariátegui (1894-1930).

El problema de la tierra.

Nicolás Guillén (1902-1990).

“Negro bembón.” “ EL abuelo.” “Sensemayá.” “Soldado, aprende a tirar...” “No sé por qué piensas tú.”
VIII. ANTECEDENTES DE LA NUEVA NARRATIVA.
Ensayo introductorio

Jorge Luis Borges (1899-1986).

“Emma Zunz.” “Borges y yo.”


Alejo Carpentier (1904-1980).

“Viaje a la semilla”
IX. EL BOOM Y LA NUEVA NOVELA.
Introducción sociohistórica

Julio Cortázar (1914-1986).

Cuentos.

Gabriel García Márquez (1928-).

Mario Vargas Llosa (1936-)

Ricardo Piglia (1940-)

X. NUEVA POESÍA
Introducción sociohistórica

José Lezama Lima (1910-1976).

“Una oscura pradera me convida.” “La curiosidad barroca.” El pabellón del vacío.

Nicanor Parra (1914-).

“Autorretrato.” “Advertencia al lector.” “Mujeres.” “La poesía terminó conmigo.” “Test.”

Ernesto Cardenal (1925- ).

Epigramas. “Oración por Marilyn Monroe.”

Carlos Germán Belli (1927-)

Amanuense, de El pie sobre el cuello. “LA TORTILLA, de Por el monte abajo.” “La cara de mis hijas, de En alabanz del bolo alimenticio.” “No salir jamás, de Bajo el sol de medianoche rojo.”

Nancy Morejón (1944-)

“Mujer negra,” “ Madre.”

Alejandra Pizarnik (1936-1972).

“Cantora nocturna.” “Fragmento para dominar el silencio.” “Un sueño donde el silencio es de oro.” “El deseo de la palabra.” “La palabra del deseo.”

NOVÍSIMA NARRATIVA: EL POST-BOOM Y LA POSMODERNIDAD.
Introducción sociohistórica

Guillermo Cabrera Infante (1929-).

De Vista del amanecer en el trópico.

Luisa Valenzuela (1938-).

“Aquí pasan cosas raras.”

Cristina Peri Rossi (1941-).

“La Navidad de los lagartos.”

Isabel Allende (1942-).

“Tosca.”
“Amalia.”


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Las venas abiertas de América Latina

por EDUARDO GALEANO

primera edición, 1971
vigesimoctava edición, revisada por el autor, 1980 sexagesimosexta edición, nuevo formato, 1993 septuagesimop.rimera edición, 1999 ~ siglo xxi editores, s.a. de c.v. en coedición con
siglo xxi de espana editores, s.a.

INTRODUCCION:
CIENTO VEINTE MILLONES DE NIÑOS EN EL CENTRO DE LA TORMENTA

La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder . Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Re- nacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones Este ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de las necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan consumiéndolos, mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos. Son mucho más altos los impuestos que cobran los compradores que los precios que reciben los vendedores; y al fin y al cabo, como declaró en julio de 1968 Covey T Oliver, coordinador de la Alianza para el Progreso, «hablar de precios justos en la actualidad es un concepto medieval. Estamos en plena época de la libre comercialización. ..»
Cuanta más libertad se otorga a los negocios, más cárceles se hace necesario construir para quienes padecen los negocios. Nuestros sistemas de inquisidores y verdugos no sólo funcionan para el mercado externo dominante; proporcionan también caudalosos manantiales de ganancias que fluyen de los empréstitos y las inversiones extranjeras en los mercados internos dominados. «Se ha oído hablar de concesiones hechas por América Latina al capital extranjero, pero no de concesiones hechas por los Estados Unidos al capital de otros países. Es que nosotros no damos concesiones», advertía, allá por 1913, el f presidente norteamericano Woodrow Wilson. Él estaba seguro: «Un país -decía- es poseído y dominado por el capital que en él se haya invertido». , y tenía razón. Por el camino hasta perdimos el derecho de llamarnos americanos, aunque los haitianos y loS cubanos ya habían asomado a la historia, como pueblos nuevos, un siglo antes de que los peregrinos del Mayflower se establecieran en las costas de Plymouth. Ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos: nosotros habitamos, a lo sumo, una sub América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación.

Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo : la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho in- finita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra. (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad. )

Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes gana- ron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se con vierten en veneno. Potosí, Zacatecas y Ouro Preto cayeron en picada desde la cumbre de los esplendores de los metales preciosos al profundo agujero de los socavones vacíos, y la ruina fue el destino de la pampa chilena del salitre y de la selva amazónica del caucho; el nordeste azucarero de Brasil, los bosques argentinos del Quebracho o ciertos pueblos petroleros del lago de Maracaibo tienen dolorosas razones para creer en la mortalidad de las fortunas que la naturaleza otorga y el imperialismo usurpa. La lluvia que irriga a los centros del poder imperialista ahoga los vastos suburbios del sistema. Del mismo modo (y simétricamente) el bienestar de nuestras clases dominantes-dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera- es la maldición de nuestras multitudes con- denadasa una vida de bestias de carga.
La brecha se extiende. Hacia mediados del siglo anterior, el nivel de vida de los países ricos del mundo excedía en un cincuenta por ciento el nivel de los países pobres. El desarrollo desarrolla la desigual- dad: Richard Nixon anunció, en abril de 1969, en su discurso ante la OEA, que a fines del siglo veinte el ingreso per capita en Estados Unidos será quince veces más alto que el ingreso en América Latina . La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas. Los países opresores se hacen cada vez más ricos en términos absolutos, pero mucho más en términos relativos, por el dinamismo de la disparidad creciente. El capitalismo central puede darse el lujo de crear y creer sus propios mitos de opulencia, pero los mitos no se comen, v bien lo saben los países pobres que constituyen el vasto capitalismo periférico. El ingreso promedio de un ciudadano norteamericano es siete veces mayor que el de un latinoamericano y aumenta a un ritmo diez veces más intenso y los promedios engañan, por los insondables abismos que se abren, al sur del río Bravo, entre los muchos pobres y los pocos ricos de la región. En la cúspide, en efecto, seis millones de latino- americanos acaparan, según las Naciones Unidas, el mismo ingreso que ciento cuarenta millones de personas ubicadas en la base de la pirámide social. Hay sesenta millones de campesinos cuya fortuna asciende a veinticinco centavos de dólar por día; en el otro extremo los proxenetas de la desdicha se dan el lujo de acumular cinco mil millones de dólares en sus cuentas privadas de Suiza o Estados Unidos, y derrochan en la ostentación y el lujo estéril -ofensa y desafío- y en las inversiones improductivas, que constituyen nada menos que la mitad de la inversión total, los capitales que América Latina podría destinar a la reposición, ampliación y creación de fuentes de producción y de trabajo. Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional. Se hipoteca la soberanía porque «no hay otro camino» ; las coarta- das de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vacío de destino de cada nación.
Josué de Castro declara: « yo, que he recibido un premio internacional de la paz, pienso que, infelizmente, no hay otra solución que la violencia para América Latina». Ciento veinte millones de niños se agitan en el centro de esta tormenta. La población de América Latina crece como ninguna otra; en me- dio siglo se triplicó con creces. Cada minuto muere un niño de enfermedad o de hambre, pero en el año 2000 habrá seiscientos cincuenta millones de latino- americanos, y la mitad tendrá menos de quince años de edad: una bomba de tiempo. Entre los doscientos ochenta millones de latinoamericanos hay, afines de 1970, cincuenta millones de desocupados o subocupados y cerca de cien millones de analfabetos; la mitad de los latinoamericanos vive apiñada en viviendas insalubres. Los tres mayores mercados de América Latina -Argentina, Brasil y México- no alcanzan a igualar, sumados, la capacidad de consumo de Francia o de Alemania occidental, aunque la población reunida de nuestros tres grandes excede largamente ala de cualquier país europeo. América Latina produce hoy día, en relación con la población, menos alimentos que antes de la última guerra mundial, y sus exportaciones per capita han disminuido tres veces, a precios constantes, desde la víspera de la crisis de 1929. El sistema es muy racional desde el punto de vista de sus dueños extranjeros y de nuestra burguesía de comisionistas, que ha vendido el alma al Diablo a un precio que hubiera avergonzado a Fausto. Pero el sistema es tan irracional para todos los demás que cuanto más se desarrolla más agudiza sus desequilibrios y sus tensiones, sus contradicciones ardientes. Hasta la industrialización, dependiente y tardía, que cómodamente coexiste con el latifundio y las estructuras de la desigualdad, contribuye a sembrar la desocupación en vez de ayudar a resolverla; se extiende la pobreza y se concentra la riqueza en esta región que cuenta con inmensas legiones de brazos caídos que se multiplican sin descanso. Nuevas fábricas se instalan en los polos privilegiados de desarrollo -Sao Paulo, Buenos Aires, la ciudad de México- pero menos mano de obra se necesita cada vez. El sistema no ha previsto esta pequeña molestia: lo que sobra es gente. y la gente se reproduce. Se hace el amor con entusiasmo y sin precauciones. Cada vez queda más gente a la vera del camino, sin trabajo en el campo, donde el latifundio reina con sus gigantescos eriales, y sin trabajo en la ciudad, donde reinan las máquinas: el sistema vomita hombres. Las misiones norteamericanas esterilizan masivamente mujeres y siembran píldoras, diafragmas, espirales, preservativos y almanaques mar- cados, pero cosechan niños; porfiadamente, los niños latinoamericanos continúan naciendo, reivindicando su derecho natural a obtener un sitio bajo el sol en estas tierras espléndidas que podrían brindar a todos lo que a casi todos niegan.

A principios de noviembre de 1968, Richard Nixon comprobó en voz alta que la Alianza para el Progreso había cumplido siete años de vida y, sin embargo, se habían agravado la desnutrición y la escasez de alimentos en América Latina. Pocos meses antes, en abril, George W. Ball escribía en Lile: Por lo menos durante las próximas décadas, el descontento de las naciones más pobres no significará una amenaza de destrucción del mundo. Por vergonzoso que sea, el mundo ha vivido, durante generaciones, dos tercios pobre y un tercio rico. Por injusto que sea, es limitado el poder de los países pobres». Ball había encabezado la delegación de los Estados Unidos a la Primera Conferencia de Comercio y Desarrollo en Ginebra, y había votado contra nueve de los doce principios generales aprobados por la conferencia con el fin de aliviar las desventajas de los países subdesarrollados en el comercio internacional. Son secretas las matanzas de la miseria en América Latina; cada año estallan, silenciosamente, sin estrépito alguno, tres bombas de Hiroshima sobre estos pueblos que tienen la costumbre de sufrir con los dientes apretados. Esta violencia sistemática, no aparente pero real, va en aumento: sus crímenes no se difunden en la crónica roja, sino en las estadísticas de la FAO. Ball dice que la impunidad es todavía posible, por- que los pobres no pueden desencadenar la guerra mundial, pero el Imperio se preocupa: incapaz de multiplicar los panes, hace lo posible por suprimir a los comensales. «Combata la pobreza, mate aun mendigo!», garabateó un maestro del humor negro sobre un muro de la ciudad de La Paz. ¿Qué se proponen los herederos de Malthus sino matar a todos los próximos mendigos antes de que nazcan? Robert McNamara, el presidente del Banco Mundial que había sido presidente de la Ford y Secretario de Defensa, afirma que la explosión demográfica constituye el mayor obstáculo para el progreso de Amé- rica Latina y anuncia que el Banco Mundial otorgará prioridad, en sus préstamos, a los países que apliquen planes para el control de la natalidad. McNamara comprueba con lástima que los cerebros de los pobres piensan un veinticinco por ciento menos, y los tecnócratas del Banco Mundial (que ya nacieron) hacen zumbar las computadoras y generan complicadísimos trabalenguas sobre las ventajas de no nacer: «Si un país en desarrollo que tiene una renta media per capita de 150 a 200 dólares anuales logra reducir su fertilidad en un 50 por ciento en un período de 25 años, al cabo de 30 años su renta per capita será superior por lo menos en un 40 por ciento al nivel que hubiera alcanzado de lo contrario, y dos veces más elevada al cabo de 60 años», asegura uno de los documentos del organismo. Se ha hecho célebre la frase de Lyndon .Johnson: «Cinco dólares invertidos contra el crecimiento de la población son más eficaces que cien dólares invertidos en el crecimiento económico» .Dwight Eisenhower pronosticó que si los habitantes de la tierra seguían multiplicándose al mismo ritmo no sólo se agudizaría el peligro de la revolución, sino que además se produciría «una degradación del nivel de vida de todos los pueblos, el nuestro inclusive».
Los Estados Unidos no sufren, fronteras adentro, el problema de la explosión de la natalidad, pero se preocupan como nadie por difundir e imponer, en los cuatro puntos cardinales, la planificación familiar . No sólo el gobierno; también Rockefeller y la Fundación Ford padecen pesadillas con millones de niños que avanzan, como langostas, desde los horizontes del Tercer Mundo. Platón y Aristóteles se habían ocupado del tema antes que Malthus y McNamara; sin embargo, en nuestros tiempos, toda esta ofensiva universal cumple una función bien definida: se propone justificar la muy desigual distribución de la renta entre los países y entre las clases sociales, convencer a los pobres de que la pobreza es el resultado de los hijos que no se evitan y poner un dique al avance de la furia de las masas en movimiento y rebelión . Los dispositivos intrauterinos compiten con las bombas y la metralla, en el sudeste asiático, en el esfuerzo por detener el crecimiento de la población de Viet- nam. En América Latina resulta más higiénico y eficaz matar a los guerrilleros en los úteros que en las sierras o en las calles. Diversas misiones norteamericanas han esterilizado a millares de mujeres en la Amazonia, pese a que ésta es la zona habitable más desierta del planeta. En la mayor parte de los países latinoamericanos, la gente no sobra: falta. Brasil tiene 38 veces menos habitantes por kilómetro cuadrado que Bélgica; Paraguay, 49 veces menos que Inglaterra; Perú, 32 veces menos que Japón. Haití y El Salvador, hormigueros humanos de América Latina, tienen una densidad de población menor que la de Italia. Los pretextos invocados. ofenden la inteligencia; las intenciones reales encienden la indignación. Al fin y al cabo, no menos de la mitad de los territorios de Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Venezuela está habitada por nadie. Ninguna población latinoamericana crece menos que la del Uruguay, país de viejos, y sin embargo ninguna otra nación ha sido tan castigada, en los años recientes, por una crisis que parece arrastrarla al último círculo de los infiernos. Uruguay está vacío y sus praderas fértiles podrían dar de comer a una población infinitamente mayor que la que hoy padece, sobre su suelo, tantas penurias.
Hace más de un siglo, un canciller de Guatemala había sentenciado proféticamente: «Sería curioso que del seno mismo de los Estados Unidos, de donde nos viene el mal, naciese también el remedio». Muerta y enterrada la Alianza para el Progreso, el Imperio propone ahora, con más pánico que generosidad, resolver los problemas de América Latina eliminando de antemano a los latinoamericanos. En Washington tienen ya motivos para sospechar que los pueblos pobres no prefieren ser pobres. Pero no se puede querer el fin sin querer los medios: quienes niegan la liberación de América Latina, niegan también nuestro único renacimiento posible, y de paso absuelven alas estructuras en vigencia. Los jóvenes se multiplican, se levantan, escuchan: ¿qué les ofrece la voz de] sistema? El sistema habla un lenguaje surrealista: propone evitar los nacimientos en estas tierras vacías; opina que faltan capitales en países donde los capi- tales sobran pero se desperdician; denomina ayuda a la ortopedia deforman te de los empréstitos y al drenaje de riquezas que las inversiones extranjeras provocan; convoca a los latifundistas a realizar la reforma agraria ya la oligarquía a poner en práctica la justicia social. La lucha de clases no existe -se decreta- más que por culpa de los agentes foráneos que la encienden, pero en cambio existen las clases sociales, ya la opresión de unas por otras se la denomina el estilo occidental de vida. Las expediciones criminales de ]os mariner tienen por objeto restablecer el orden y la paz social, y ]as dictaduras adictas a Washington fundan en las cárceles e] estado de derecho y prohíben las huelgas y aniquilan los sindicatos para proteger la libertad de trabajo.
¿Tenemos todo prohibido, salvo cruzarnos de brazos? La pobreza no está escrita. en los astros; el subdesarrollo no es e] fruto de un oscuro designio de Dios. Corren años de revolución, tiempos de redención. Las clases dominantes ponen las barbas en remojo, ya la vez anuncian el infierno para todos. En cierto modo, la derecha tiene razón cuando se identifica a sí misma con la tranquilidad y el orden: es el orden, en efecto, de la cotidiana humillación de las mayorías, pero orden al fin: la tranquilidad de que la injusticia siga siendo injusta y el hambre hambrienta. Si el futuro se transforma en una caja de sorpresas, el conservador grita, con toda razón: «Me han traicionado» .y los ideólogos de la impotencia, los esclavos que se miran a sí mismos con los ojos del amo, no demoran en hacer escuchar sus clamores. El águila de bronce del Maine, derribada el día de la victoria de la revolución cubana, yace ahora abandonada, con las alas rotas, bajo un portal del barrio viejo de La Habana. Desde Cuba en adelante, también otros países han iniciado por distintas vías y con distintos medios la experiencia del cambio: la perpetuación del actual orden de cosas es la perpetuación del crimen.

Los fantasmas de todas las revoluciones estranguladas o traicionadas a lo largo de la torturada historia latinoamericana se asoman en las nuevas experiencias, así como los tiempos presentes habían sido presentidos y engendrados por las contradicciones del pasado. La historia es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será. Por eso en este libro, que quiere ofrecer una historia del saqueo ya la vez contar cómo funcionan los mecanismos actuales del despojo, aparecen los conquistadores en las carabelas y, cerca, los tecnócratas en los jets, Hernán Cortés y los infantes de marina, los corregidores del reino y las misiones del Fondo Monetario Internacional, los dividendos de los traficantes de esclavos y las ganancias de la General Motors. También los héroes derrotados y las revoluciones de nuestros días, las infamias y las esperanzas muertas y resurrectas: los sacrificios fecundos. Cuando Alexander von Humboldt investigó las costumbres de los antiguos habitantes indígenas de la mesetas de Bogotá, supo que los indios llamaban quihica a las víctimas de las ceremonias rituales. Quihica significaba puerta: la muerte de cada elegido abría un nuevo ciclo de ciento ochenta y cinco lunas.